Nos movemos a Portugal, al parque Nacional de Peneda-Geres, una auténtica joya que comparte frontera con Galicia. Grupeta como viene siendo habitual vinculada al ROCODROMO LA CUEVA, que tantos y tantos hermosos momentos nos esta dando, es un no parar.
Río y barranco de aguas frías y cristalinas por igual, de equipamiento que roza la excelencia (incluso el domesticado de la naturaleza si no contamos con un gran caudal), de bosques exuberantes, locura de aromas en un día precioso nos van a acompañar hasta la base, donde ya llegan los autobuses de turistas de japoneses que con sus cámaras inmortalizan el fin de la aventura.
Llegados a la base y salida del barranco, este dispar y cohesionado grupo se prepara y sube por las suaves laderas de la vieja montaña granítica, como siempre en animada charla el acceso mas pronto que tarde hace aparece ante nosotros. Poco mas me gusta contar de estas jornadas, ya sabéis que no profundizo mucho en lo técnico de la actividad y si suelo hacerlo en las emociones que la misma produce, en este caso la intensidad, felicidad y plenitud son absolutas. Si alguien quiere descripción técnica, enlazo arriba (debajo del croquis) con una página que lo hace de manera correcta y profunda.
Llegamos a una zona clave del barranco, el paso de la diaclasa en cañón, se desata la locura colectiva, el pulso se acelera y el tiempo se paraliza, la adrenalina fluye sin control y los sentidos funcionan al cien por cien; uno a uno baja y VIVE su momento, ya reunidos y en sorprendente silencio se observa en la cara de cada uno un ligero gesto de plenitud, esa media sonrisa que precede a un "seeeeeeee". Pozas, saltos, pequeños rapeles y caminatas jalonan el resto del barranco, momento este de falta de atención y relajo que siempre hay que evitar hasta tocar "tierra", y así se hace.
Últimos metros y rapel final de este maravilloso barranco. Un saludo.
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