Solitaria y desafiante atalaya desde el flanco izquierdo del Macizo, llamativa y con carácter inexpugnable tanto en época estival como invernal, imán para montañero avezado, ávido de tocar piedra aunque sea en momentos puntuales y saciar así su ansia de libertad.
Le entramos de forma clásica por Tuiza de Arriba, en otro tiempo pueblo que vivía tranquilo ajeno al alocado ir y venir de esos titiriteros que son los montañeros, unos más que otros, pero todos multicolores al fin y al cabo. Desde aquí por la clásica de verano hasta el refugio del Meicín, punto de encuentro de propios y extraños que desde su Vega distribuye el juego en todas direcciones.
Nos dirigimos hacia nuestra izquierda con vista al collado Terreros, para sobrepasarlo y por cómodas camperas llegar a la base de la montaña fortificada, y buscar por su falda un paso que nos deje ascenderla. Y así será, encontraremos esa senda que en fuerte ascenso nos va a acercar a las ultimas pendientes ya en zona de roca viva.
Sin pérdida para el ojo acostumbrado al terreno agreste, los últimos serpenteos agitarán el pulso a más de uno, pondrán esos pasos a prueba los corazones de los montañeros puros y podrán lograr así una vez en la cumbre disfrutar de los sueños en los que se convierten las lejanas vistas.
Aunque La Paz se apodere del alma aún queda la bajada, la guardia se mantiene siempre alerta, satisfechos volveremos sobre nuestros pasos, más ricos en vivencias a cambio de un tiempo que aún bien aprovechado no ha de volver. Un saludo.
Obligado me veo a poner anexo DE TIEMPOS VIEJUNOS a esta tercera ascensión a la Pequeña el pasado 2022, con un par de fotos inéditas del siglo pasado en nuestra primera ascensión , fotos en papel de 1994. El refugio de aquella era un quesito alpino y su sobrenombre era simplemente Ubiña, ALTA MONTAÑA.